Ya disponible en Netflix este drama con una Vanessa Kirby de Oscar, ganadora de la Copa Volpi a mejor actriz en el Festival de Venecia
Fragmentos de una mujer comienza de una manera dura, con un plano secuencia de casi media hora que desgarra el alma. Puro virtuosismo visual que bebe de un excelente trabajo actoral, de una progresivamente fría fotografía de Benjamin Loeb, y de la exquisita labor al timón del húngaro Kornél Mundruczó. Todo para crear una tensa atmósfera en la que sus responsables te ofrecen varias esperanzas para luego machacarlas como desean. Sufres con esa pareja, eres testigo de cómo se va encaminando todo hacia la crónica de una tragedia anunciada.
El problema es que es la mayor cota de genialidad que alcanza la película. Los 90 minutos restantes están soportados por una Vanessa Kirby que no podía merecer más su Copa Volpi a mejor actriz en el pasado Festival de Venecia. Kirby avanza de manera imparable hacia el Oscar.

Ayudan a esta producción de Scorsese todos los méritos técnicos de los que hiciera gala en su primera media hora, así como una recuperada Ellen Burstyn y un solvente Shia Labeouf. Otro gallo cantaría al actor si se dejase de dinamitar su propia carrera a base de escándalos. Y cómo no, también la inteligente música de Howard Shore, que acompaña tan bien al relato que parece no estar hasta que reparas en ella.
Que nada de esto lleve a malinterpretación. Podríamos decir que lo que resta es una película notable, con esa protagonista lidiando a su manera con su propio dolor, y cuyo tramo inicial es de sobresaliente alto. Un mapa del dolor que supone una enorme apuesta de Netflix de cara a los premios de la Academia. Sin duda algo rascará dada su elegancia y solvencia narrativa y dramática. Pero en la mente queda esa sensación de más a menos, de no mantener el nivel de un prometedor inicio que acaba derivando en un film notable, que no magistral. Aunque tampoco lo pretende ni es que estemos en situación de exigírselo.
Tráiler de ‘Fragmentos de una mujer’
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