Los reyes de la noche vuelve a demostrar que Javier Gutiérrez está muy por encima de la media
No es alto (mide 1,64), ni guapo (a la altura de otros como Casas, Coronado, Silva, Silvestre…), pero llena la pantalla como todos ellos juntos. Un tío normal, tirando a bajito, pelo justito… pero que ya lo querrían en Hollywood. Es Javier Gutiérrez.
Nacido en Luanco, Asturias, en 1971 (50 años), este bajito es un monstruo que ya tiene en su haber dos Goyas, por sus sendas interpretaciones en La isla mínima y El autor. Quizá nos vienen a la cabeza otras interpretaciones también merecedoras.
La inmersión
Una vez trasladado a Ferrol, y estudiando en el colegio La Salle, empezó sus primeros pinitos como actor en obras escolares. Un poco más tarde en el Instituto, ocurrió algo que en mi opinión le marcó en carácter y estilo, ya que perteneció a un grupo teatral de la mano del actor argentino Roberto Leal.
Posteriormente, se traslada a Madrid a estudiar interpretación en la Escuela de Arte teatral de Ángel Gutiérrez, pero es en el año 2000 cuando avanza notablemente al unirse al grupo Animalario para la producción de El fin de los sueños. Su relación con ellos no se ha cortado nunca.
Trayectoria
Muy poco después, en 2005, debuta en el cine en El otro lado de la cama, El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo,y las también divertidas Días de fútbol y Torrente 3 a lo que vendrían sus participaciones en series como Los Serrano.
Posteriormente tiene un papel co-protagonista pero esencial y que le daba su carácter de actor querido, de los que llega, haciendo de Satur en Águila Roja.
Su estreno Internacional, fue junto a Michael Fassbender (Jane Eyre, Prometeus, Inglorious bastards), uno de los grandes actuales, en la cinta Assassin’s creed, interpretando nada menos que a Torquemada. Al final llegaron los dos Goyas anteriormente mencionados.
No nos podemos olvidar del gran éxito en España sin precedentes en el filme Campeones, trabajando con discapacitados y haciendo de un fracasado entrenador de baloncesto al que no le queda otra que entrenarles. También fue todo un éxito la serie Estoy vivo junto a Alejo Sauras y Anna Castillo, y Vergüenza con Malena Alterio.
Lo importante, la persona
Gutiérrez se considera adicto al trabajo, prueba inequívoca de que para hacer las cosas mal no las hace. Se exige mucho, y ese es su secreto. Le gusta enfrentarse a sus personajes. El personaje oscuro en La isla mínima fue una apuesta arriesgada y la aceptó. Estaba lejos de los papeles amables que solía interpretar, pero la apuesta resulto una inflexión en su carrera, incluyendo el Goya. Es un papel complicado el que ejerce en la serie de Movistar +, Los reyes de la noche, donde da vida a José María García, aunque no se diga expresamente. Papelón en una producción que refleja el lado sombrío de la profesión periodística.
Reconoce que la suerte es parte de su éxito, que ha tenido mucha en sus últimos proyectos. Igual él tiene también algo que ver, pero es muy modesto para reconocerlo. De hecho, tiene miedo a que la suerte se vaya y el teléfono deje de sonar para trabajar. Le gusta más la creación con sus personajes que trabajar en el método, y piensa que el guión tiene la mitad del éxito, restando importancia a su toque.
Cree que parte de su éxito es que se ve reflejado en el españolito medio, como en su día fueron José Luis López Vázquez o Alfredo Landa. Vamos, que de guapo, nada, pero encanto y bondad le sobra por todas partes y eso se nota en pantalla. No le ha resultado ningún problema cuando era papeles secundarios, y quizá por eso los hizo grandes pese a su corta estatura.
Consecuentemente, es plenamente consciente que le han encasillado en papeles de comedia y cuando hace drama, siempre le miran con lupa. Pero a él le gustan los retos.
Está comprometido con la situación de los actores. Ha llegado a decir que en ocasiones hay que guardar apariencias y que hay actores que desfilan por la alfombra roja con joyas prestadas y llevan dos años sin trabajar e ingresar nada.
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